“EL
MAL DE LA OUIJA”
“Si hubiese sabido, si hubiera
escuchado, si tan solo hubiera hecho caso esto no habría pasado”.
Así rezaba la
nota que Erick dejo sobre mi escritorio la mañana del martes, algo realmente
malo había ocurrido y sabía con seguridad que las cosas solo empeorarían pues
más temprano que tarde deduje que ignoro las advertencias, que su curiosidad no
tenía limites o mejor dicho control y fue esta la que lo llevó a cometer ese
error fatal.
Todos sabemos
que jugar con la Ouija es cosa seria. Un objeto maligno capaz de destruir literalmente
la vida de quien o quienes la juegan, eso fue lo que el profesor Daniel le
había expresado preocupante a mi amigo Erick dos semanas atrás luego de que lo sorprendió
sacando el dichoso juego de la cajuela de su auto al salir de clases. Erick es
listo pero su obsesión era tal que no creyó esas palabras y se aventuró a
experimentar lo que a la postre sería una desgracia, la muerte de Karen.
Salí
apresurado del departamento que comparto con Erick y me dispuse a buscar a mi
amigo con la esperanza de evitar que la muerte cobre otra vida, aquel horror
ocurrido tres días antes había causado que la mente de mi amigo se hundiera en
un profundo llanto que después se convertiría en locura, Erick había
desaparecido y el único lugar que pensé donde podría encontrarlo era el Panteón
de Dolores donde fue enterrada quien en vida fue la novia de mi amigo.
Retrocederé
un poco en el tiempo, a aquel momento en que Erick y Karen se encontraban a un
paso de hacer vida juntos hecho que me tenía muy contento, mis dos mejores
amigos se casarían y yo sería el padrino de Erick, no esperaba menos, debo
decir lo conozco desde que teníamos siete años y nunca me imagine que pudiésemos
llegar hasta el momento en que uno de los dos sentaría cabeza como suelen decir
y estaría próximo a casarse siendo que de niños era algo que constantemente
repudiaba sobre todo cuando veía a sus padres siendo tan amorosos. No olvido el
momento en que cruzamos por primera vez las puertas de la Universidad, fue algo
espectacular y emocionante.
Erick y Karen
llevaban cuatro años juntos y ya tenían planes de boda, habían consultado y
pedido consejos a sus familiares sobre lo que significa este enorme compromiso
y el impacto que tendría en sus vidas pero dentro de toda esa emotividad se
escondía algo que Erick nunca antes había compartido con Karen ni mucho menos
conmigo. Tenía una obsesión, una obsesión por lo sobrenatural que yo veía como
algo trivial y a lo que desgraciadamente no preste la atención necesaria, de
haberlo hecho tal vez se hubiera evitado la tragedia. Tres meses antes de la
muerte de Karen dio señas de querer tener la experiencia de un suceso
sobrenatural, algo que le hiciera temblar pero que no causara algo más allá de
un simple susto sin embargo eligió la peor de todas las experiencias posibles,
la Ouija. No sé cómo fue que consiguió la tabla la encontré debajo de su cama
junto con una nota que él mismo había escrito y decía lo siguiente:
“Ya es hora de que juguemos”
No quería
creer lo que mis ojos veían ni tampoco lo que mi mente pensaba, cuando entro a
casa apenas dejo sus llaves colgadas, lo enfrente y cuestione por lo que
planeaba hacer a lo que él dio una respuesta sumamente fría.
-Lo que haga
o deje de hacer, no es asunto tuyo-.
No pude hacer
mucho ante esa respuesta y decidí acudir con alguien que pudiera hacer entrar a
razón a mi querido amigo y ese era justamente el profesor Daniel quien nos
conocía mejor que nadie, sus alumnos preferidos sobre todo Erick. Cuando le conté
lo que Erick haría de inmediato nos dirigimos al estacionamiento de la
universidad donde Erick se disponía a jugarlo, era de noche y el lugar estaba
vacío, llegamos a tiempo y las palabras de nuestro profesor no se hicieron
esperar claras y concisas.
-Erick,
deshazte de eso, no es un simple juego es un objeto de muerte-. Erick no
reacciono salvo por un gesto molesto. Guardo de nuevo la tabla en su cajuela y
se fue del lugar tan pronto como pudo. Creí erróneamente que Erick reaccionaría
pero no fue así.
La situación
empeoro cuando la noche siguiente Erick no asistió a clases argumentando que estaba
enfermo, su vaga mentira quedaría descubierta cuando el profesor Daniel me encontró
en el pasillo camino a la salida de la escuela comentándome algo que me puso en
un estado de shock inevitable.
-Roberto, vi
a Erick cuando venía a la escuela, iba saliendo de casa de Karen y llevaba la
tabla consigo-.
No hacía
falta decir que Erick planeaba jugar la Ouija con Karen, aquello sería terrible
si no lograba detenerlos. La noche avanzaba y no tenía como llegar pronto a
casa, por suerte el profesor me había ofrecido generosamente su ayuda y de
inmediato me llevo hasta nuestro departamento, desafortunadamente llegamos
tarde. Erick y Karen habían terminado el juego, el lugar se había convertido en
una pesadilla delirante, una atmósfera fría y oscura impregnaba el ambiente,
Karen se hallaba tirada en el suelo, inconsciente, sus ropas estaban rotas pero
no presentaba señales de golpes o siquiera rasguños, Erick estaba de pie frente
a nosotros golpeando su cabeza contra la pared con una violencia tal que esta comenzó
a sangrar, trate de comunicarme con él pero no respondía, el profesor examinaba
a Karen mientras yo intentaba hacer entrar en razón a mi amigo pero apenas giro
hacia mi contemple el horror en toda su forma, sus ojos estaban blancos, sus
dientes se habían hecho filosos como un montón de alfileres, gruñía y maldecía
con una furia bestial, se retorcía de manera anormal, de repente se lanzó
contra mi derribándome sobre la alfombra intentando alcanzar mis ojos, hablaba
en una lengua incomprensible, lo sostuve lo más fuerte que pude hasta que mi
profesor lo golpeo en la cabeza con un bate que estaba cerca de la puerta de
entrada, el golpe lo dejo noqueado y aquella fatídica escena se convertiría en
un capítulo tenebroso en nuestro libro que por años estaba lleno de buenas
historias.
La mañana
siguiente limpie el desastre e intente olvidar el incidente sin poderlo lograr,
llevamos a Karen al hospital durante la madrugada esperando recibir buenas
noticias sobre su estado de salud, Erick reposaba en su cuarto amarrado a la
cama debido a lo que paso, guarde la tabla en el closet y lo cerré con llave
hasta pensar cómo deshacerme de ella, el profesor había llamado unas horas
antes preguntando cómo estaba todo y solo pude decir que no podía estar peor
pero hable demasiado pronto, el teléfono sonó de pronto y al contestarlo sentí
como el corazón se aceleraba de forma abrupta, eran del hospital y la noticia
no podía ser más terrible, Karen no estaba en su cama había escapado y en el
proceso había dejado muertos a dos enfermeras y a un doctor. No había acabado
de digerirlo cuando escuche como una ventana se quebraba, corrí hacía la
recámara de Erick había escapado también,
las cuerdas con las que lo habíamos sometido estaban destrozadas y la puerta
del closet hecha añicos, busque entre la ropa y debajo de los zapatos, la Ouija
ya no estaba. Las horas pasaron cuando me dirigí a la estación de policía más
cercana para advertir de lo que había ocurrido y muy a pesar de mis palabras y
la vaga reacción de los oficiales decidieron acompañarme cuando fueron
alertados por las muertes en el hospital. Estando allá los cuerpos de las
enfermeras y de aquel viejo doctor no podían ser más espeluznantes, se
encontraban tirados en posiciones extrañas, una de ellas presentaba varias
mordidas en la cara situación que dictaba que Karen intento comerla, la otra
tenía ambos brazos rotos y sus dientes habían sido removidos y encontrados por
todo el pasillo, el doctor tenía una herida gigante en el pecho, su bata blanca
se había impregnado de un rojo intenso que baño el lugar por completo. Al abrir
los oficiales su bata contemplamos algo terrible, tenía dibujado en su pecho un
símbolo satánico y por si fuera poco en las paredes estaba escrito un mensaje
con la misma sangre del difunto hombre que decía lo siguiente:
“Todos los hijos de puta
van a morir, el infierno los llama y está aquí”
Salí
corriendo del hospital tan pronto halle una pista del lugar donde estarían
Erick y Karen, llame al profesor y le pedí que me viera en la estación Centro
Médico, la noche llego tan pronto como llegue al lugar, el profesor ya estaba
ahí esperándome pero a juzgar por su mirada fija en mí comprendí que algo muy
malo había pasado, una vez más el tiempo nos había vencido. Al salir de la
estación vimos como un gran número de gente se congregaba en aquel misterioso
parque, policías ya habían cerrado el paso a los curiosos, mi profesor me pidió
que por favor no me acercara más pues no me gustaría lo que vería, aún así
necesitaba verlo yo mismo para aceptar el terrible hecho. El horror no pudo ser
más explícito, la escena totalmente indigesta, el cuerpo de Karen se hallaba
boca abajo recargado en un árbol completamente desnudo y bañado en sangre, a
unos pasos de ella los restos de un perro que al parecer Karen estaba comiendo,
lo demás es un misterio sobre todo una cosa ¿Dónde estaba Erick?
Temprano por
la mañana dos días después Karen fue sepultada en el Panteón Dolores donde se
presento su familia y amigos más cercanos, de Erick no se sabía nada solo que
estaba desaparecido. El funeral fue corto pues la madre de Karen no podía
deshacerse de esa tétrica imagen en que vio a su única hija muerta en aquel
roble y tampoco quería escuchar nada referente a la Ouija y como ella había
tenido que ver con ese juego maldito, su dolor era grande pero el temor de que
Erick hubiese sido el culpable de la muerte de Karen lo era aún más, tan solo
di mis condolencias partí del lugar acompañado del profesor Daniel quien
sugirió que me fuera a casa para poder descansar. Al llegar al departamento
trabaje en cambiar la ventana rota y limpiar los restos de la puerta del closet
a la vez que pensaba cómo esto había podido suceder, no tarde en mirar un
pedazo de hoja que estaba cuidadosamente colocado en mi escritorio al otro lado
del pasillo, verla causo que se me helara la sangre.
Llame al
profesor teniendo la teoría de que Erick estaría en el cementerio donde yacían
los restos de Karen, acordamos vernos en el lugar durante la noche pues creímos
que sería más fácil dar con él sin temor a ser vistos y así fue. Una vez que estuvimos
en el cementerio nos dirigimos a la tumba de Karen y para nuestra sorpresa él
ya estaba ahí, arrodillado frente a la tumba con la tabla Ouija en el suelo y
antes de que pudiésemos evitarlo Erick comenzó a jugar intentando comunicarse
con ella una última vez, habiendo visto aquello nos apresuramos a detenerle pero
nuestra presencia desato una furia colosal en mi amigo que provoco que el lugar
se volviera un infierno en la tierra. Como aquella noche en la que ambos
jugaron Erick volvió a ser una bestia indetenible que lanzo al profesor con
gran fuerza por el aire golpeándolo contra un árbol y cayendo inconsciente al
suelo, trate de frenarlo haciéndolo ver que no estaba solo pero aquel ser
dentro de él no permitía que mis palabras llegaran a sus oídos, me sujeto de
los hombros y poco a poco hundió sus enormes dedos penetrando mi carne y
lanzando rugidos como una bestia feroz, aquellos ojos blancos me miraban con deseos
de sangre y de muerte, de pronto pude ver como aquel demonio se esfumaba un
instante lo suficiente como para dejarme oír la voz de mi amigo que luchaba
contra la bestia que había en sus
interior.
-Lo lamento,
todo esto es mi culpa, ahora vete-.
Aquellas
palabras se introdujeron en mí resonando y haciéndome ver a mi amigo como en
realidad era tan un solo un momento. La bestia retomo el control y aun con sus
dedos atravesándome logro levantarme y con la misma furia con la que había
arrojado al profesor me lanzo hacia los árboles donde al final solo pude ver
como el mal se apoderaba de Erick llevándoselo lejos por siempre.
La mañana
siguiente desperté con la vista borrosa por la sangre que escurría de mi
frente, apenas pude captar el rostro del profesor Daniel, tenía heridas en los
brazos y se había roto la mano izquierda pero pudo sostenerse para ayudarme y
decir.
-Se acabo, ya
se acabo-. Sus palabras no pudieron ser más enternecedoras. A lo lejos estando
de pie pude distinguir un cuerpo sobre la tumba de Karen y un charco de sangre
que llegaba casi hasta nuestros pies, era Erick, mi amigo, muerto a causa de un
mal terrible que le había extirpado el corazón sosteniéndolo en la mano
derecha, aquella feroz bestia había consumado su labor adjudicándose dos vidas inocentes
cercanas a mí. Los policías y la ambulancia no tardaron en llegar a ver lo
ocurrido y con rapidez nos llevaron al hospital no sin antes pedirles que por
favor quemaran la tabla Ouija creyendo que así el mal que emergió de ella no
podría regresar.
Días después
el profesor y yo disfrutábamos de nuestra recuperación en mi departamento
bebiendo un poco de té, charlábamos y reíamos como habitualmente lo hacíamos
con la esperanza de superar los eventos recientes. Cuando estaba por marcharse,
el profesor volteo la mirada hacía mi parado en la puerta, haciéndome una petición
que por mucho me pareció súbitamente correcta.
-Jamás
hablaremos de esto con nadie, nunca ¿De acuerdo Roberto?
-Claro,
descuide-.
Estaba
limpiando la mesa y recogiendo algunas cosas en mi escritorio cuando creí
escuchar unas voces, susurros provenientes del closet donde había guardado la
Ouija que Erick había jugado. Reconocí las voces sin atreverme a decir nada,
lentamente me acerque a la puerta del closet y los susurros se hacían más
claros, repetían mi nombre con voz escalofriante. Llegue a la puerta, una parte
de mi me dijo que por nada del mundo la abriera pero había algo en esas voces
que me tenía hipnotizado y pasado unos segundos gire la perilla para
encontrarme con el terror más grande que mis ojos hayan visto jamás, mi corazón
se acelero, las manos me sudaban, mi respiración era agitada, temblaba
incontroladamente, desde ese día juré nunca, nunca volver a abrir la puerta de
ese closet y cada vez que alguien viene a visitarme los prevengo que no se
acerquen a él.
Muy bueno!!!!
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