PAREDES NEGRAS

“Cuidado Brandon, el engendro que persigues no fue destruido”

Así rezaba la nota que mi amigo Jasper había dejado sobre el escritorio antes de marcharse de la oficina, apurado por la lluvia. No podía creer tales palabras, me habían golpeado en lo más profundo de mi mente y de mi corazón, como una estaca que destruye a un vampiro.

Apenas tome asiento frente al escritorio, redacte un correo electrónico dirigido a Jasper a quien suelo contarle mis secretos más oscuros y con quien he vivido los mejores y peores momentos de mi vida, para preguntarle cómo era posible que aquel monstruo siguiera vivo. 

El correo iría con copia a Catherine, nuestra investigadora y amiga de la Universidad, experta en temas sobrenaturales y en quién confiábamos el anonimato de nuestra labor de caza fantasmas.

No hallaba las palabras para comenzar. Hace tres semanas recibimos la tarea de exterminar a una criatura maligna que habitaba el viejo edificio Prenzi, aquel de horrible fachada y muros que parecían venirse abajo muy cerca del puente de la calle doce. Parecía algo de rutina si no fuera por la historia del padre Tom y su inacabable temor por aquello que se oculta de los hombres.

La nota me había sumergido en un mar de inquietud que se anidó en mi pecho, formulando un sin número de preguntas en mi mente, ninguna realmente clara.

Di vueltas en la silla, dando constantes sorbos al café negro servido en la taza color vino que Catherine me regalo en mi cumpleaños. Me sobrepuse al impacto del momento y comencé a teclear:

Querido Jasper
“He leído la nota y he quedado completamente anonadado. Mi mente se ha perdido, mi voluntad ha desaparecido, estoy inmóvil en la silla, motivado únicamente por mi gusto de escribir, no sé qué hacer. Recé por días que esta pesadilla, causa de mis múltiples insomnios, terminara. Ahora me doy cuenta de que todo fue en vano.

La mañana del miércoles inicio como cualquier día, me levanté a las 5:00 para iniciar mi rutina de ejercicio, desayuné lo de costumbre, un par de huevos, pan tostado y algo de fruta acompañada de un licuado especial el cual me toma 5 min preparar. Amaneció nublado según recuerdo, no había ni un alma en las calles por el día feriado.
Recogí el periódico en la esquina y como siempre olvidé el dinero que deje sobre la mesa de la sala. Todo parecía normal. Pero tú y yo sabíamos que cuando nos vimos en el puente de la calle doce nuestro camino no era a la oficina, sino el edificio Prenzi.

Aquel complejo albergaba un sin número de historias inciertas, mera fantasía de los habitantes cercanos que decían oír la voz del Diablo dentro y que al aproximarse al lugar el calor era inminente, una oleada de fuego intangible que desquiciaba al hombre más cuerdo. Visitarlo en plena madrugada fue una estrategia que aún cuestiono, pero creo que fue la mejor.

Contarle a Catherine lo que haríamos fue algo que todo el tiempo quise evitar, tú sabes bien que en el fondo siempre la he amado y no quería poner su vida en peligro si los rumores sobre aquella bestia resultaban ser verdad, pero fue inevitable, su curiosidad es poderosa, supongo que tarde o temprano se iba a enterar.
Sudaba a gotas y mis manos temblaban violentamente apenas entramos en el edifico, el piso crujía con cada paso, todo a nuestro alrededor estaba desecho, sucio, como se supone debe estar un lugar abandonado. La bestia que buscábamos se oía dos pisos arriba, gimiendo como un cerdo. Se podía percibir un aroma putrefacto que adivinamos era azufre, a lo lejos se distinguía algo fuera de lo común, parecía ser una cola, (de caballo si recuerdo bien) se asomaba entre los barandales de la escalera agitándose una y otra vez mientras subíamos las escaleras con nuestras armas en mano, cargabas una calibre 23 cuyas balas ya habían sido bendecidas por el padre Tom, yo llevaba la daga negra que me había heredado mi padre dos años antes de su muerte, la espera estaba matándome. El crujir del décimo escalón hizo que la criatura supiera de nuestra presencia lanzado un horrible gemido que me heló la sangre para después escupir unas palabras que por un instante me petrificaron ahí en el escalón:

“Tengo el cuerpo de un cerdo. Me comeré sus putos ojos”

En ese momento, juré que si debía morir ahí no me iría sin que esa bestia lo hiciera también. Al verla frente a frente mi cuerpo tembló escrupulosamente, aquel diabólico ser que efectivamente tenía cuerpo de cerdo demacrado parecía sacado de una pesadilla delirante. Tenía un ojo rasgado con una cicatriz, era enorme, del tamaño de un oso, su cola era larga y extrañamente monstruosa, parecía tener vida propia, sus patas eran una mezcla de diversos animales en completo estado de descomposición (me pregunto entonces como pudo caminar) de su nariz salía un vapor intenso que te hacía sentir como sería una noche en el infierno.

Cargaste tu arma y le disparaste tres veces apuntando directo hacia su rostro. Los tres tiros fallaron. A pesar de su apariencia se movía con gran velocidad. Se abalanzó hacia ti derribándote, provocando que soltaras tu arma,  en su ojo se notaba claramente su intención de devorarte, nunca en mi vida había visto a un animal atacar con tanta violencia. Estaba muy asustado pero sabía que debíamos eliminar a ese monstruo encerrado dentro de esas paredes negras que en algún momento se derrumbarían. Tome con fuerza la daga y lo apuñale en la espalda provocándole un dolor tan fuerte que su gemido inminente se convirtió en algo insoportable dándote el tiempo para buscar tu arma y accionarla una vez más. Dos disparos fueron suficientes para inmovilizarlo pero aún respiraba. Sabiendo que teníamos la ventaja, rápidamente lo enfrente con la daga y lo apuñale tantas veces como pude hasta creerlo muerto, su sangre lucía un tono oscuro, casi negro, me salpicaba por todas partes. El tiro de gracia no espero más, la bala atravesó su corazón en un tiro certero.

Verlo inmóvil fue una victoria, algo que hasta el día de hoy me hubiera gustado olvidar, pero lamentablemente todo apunta a lo contrario


Amigo mío, no puedo expresarte con claridad lo que tu mensaje me ha provocado, es difícil imaginar que enfrentaremos una vez más nuestros miedos al entrar a ese lugar maldito, donde reside un demonio como ningún otro que hayamos derrotado, pero quiero que sepas que yo estaré ahí, volveré otra noche a ese infierno con la fuerza necesaria para sobrevivir una vez más”.

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