DESVANECIDO
El mundo ha perdido su
inocencia, se distancia de lo puro en un sueño egoísta que convierte cada día
en una esperanza vacía de sobrevivencia.
La sensatez humana se
extinguió, dejando en su lugar una era en la que solo nosotros los niños
quedamos. ¿Qué hicimos mal? Me pregunto cada noche antes de dormir mientras
contemplo las estrellas ¿Es esto acaso un castigo que nosotros provocamos? No,
era algo más, algo que yo había visto antes, varias veces de hecho.
La avaricia, la arrogancia, el
poder, la maldad, palabras que pueden destruir con solo pronunciarlas, es algo que
los adultos exponen a diario y la causa principal de que los alrededores cercanos
a nuestro pequeño refugio se encuentren desolados, sin rastros de vida.
El cielo es gris cada mañana,
los ríos se secaron, un hedor pestilente había impregnado el aire cobrando la
vida de muchos de los niños que mi hermana Katy y yo cuidamos. Ha sido una
tortura inimaginable y la pregunta persiste ¿Qué hicimos mal?
Por mucho tiempo he querido
despertar y creer que todo es una maldita pesadilla, un chiste vano en boca de alguien sin talento para la comedia, pero no
era así.
Veía el insufrible rostro de
mi hermana cuyo optimismo y alegría sobrepasaba todo aquello que yo pudiese
percibir y me invadía un remordimiento tal que mis recuerdos de cuando era más
joven se nublaban. “Las cosas mejorarán” era la frase que la distinguía.
Esos niños recostados en el
suelo frío eran nuestra mayor preocupación, nuestra responsabilidad única, el
propósito que la vida tenía para nosotros ahora. Cada noche es agobiante, no
solo porque muchas veces no tenemos que comer sino porque la muerte llegaba cada vez más rápida
sin previo aviso, solamente llegaba.
Encontrar provisiones suficientes para
alimentar a todos se había vuelto una tarea imposible.
Los adultos habían agotado
los recursos básicos, pandemias van pandemias vienen, pero la estupidez se
queda para siempre, un concepto entendible para aquel que desea ver la verdad
más tangible, que la vida sin lo esencial es igual que estar muerto.
Nuestros padres nos criaron
con la creencia de que el mundo a la brevedad cambiaría y que la imagen de todo
lo malo poco a poco se esfumaría, quizás eso fue lo que los mató. Nuestro hogar
fue destruido en un acto tirano y cobarde provocando la desdicha caótica de
unos infantes que apenas comenzaban a ver el mundo real. No era culpa suya, las
enfermedades no respetan edades y ellos tuvieron que morir a pesar de sus
valores que hoy nada significan. Cuando partieron Katy estaba devastada, lloró
por semanas y con cada lágrima entendí que había un recuerdo guardado en su
mente que ella no podía compartir fácilmente, su voz jamás existió pero yo la
entendía mejor que nadie no solo por ser su hermano sino porque yo guardaba sus
secretos.
Aprendí con el tiempo a
comunicarme con ella usando el lenguaje de señas, no me parecía tan complicado
y de hecho podría decirse que se convirtió en mi segunda lengua.
Tenía una peculiar forma de dirigirse
a mí, se frotaba el pecho tres veces y formaba la mitad de un corazón con su
mano izquierda siempre antes de hablarme o simplemente para indicarme que ella y
todo estará bien y yo complementaba ese acto con la otra mitad reafirmando lo
mismo.
Pandemia, la causa de este
mundo vacío y muerto, no creí que llegase pero el fin del mundo estaba próximo
según lo veía y con cada día crecía la idea de que no importase cuanto quisiera
que esos niños y Katy vivieran mejor simplemente todo era inútil.
La última noche después de
una exploración en los rincones intactos de la ciudad, a 5 km de nuestro
refugio que por cierto no rindió frutos, no pude conciliar el sueño, camine
hacia la puerta para ver las estrellas a las afuera del refugio olvidado por el
tiempo y me senté cerca de una pila de rocas a despedirme del cielo oscuro.
Katy se levantó de su catre
fijando la mirada en la puerta mientras caminaba a hurtadillas evitando
despertar a los demás niños, dejo abierta la puerta y con su habitual saludo
pregunto:
-¿Te encuentras bien?-.
-Hola- respondí con voz seca-.
Se sentó a mi lado, volteó
la mirada hacia los niños un instante, pude ver en sus ojos que algo malo
pasaba y noté que sus labios temblaban, miré a esos niños, huérfanos a los que el
mundo les había quitado todo, y me dije a mi mismo que esto era justo lo que
temía. Había hecho cuanto pude y no fue suficiente, los miré como si fueran mis
hermanos pensando que quizás nos los vería de nuevo en la mañana, no habíamos
conseguido comida en semana y media, las provisiones se acabaron, exponerse al
exterior era más peligroso cada día pues la contaminación era tal que apenas y
podíamos ver nuestros tobillos y el temor crecía, el virus se expandía y la fe
que conservábamos se desvanecía al igual que nuestra existencia.
No pude contenerme más
tiempo, mi voluntad se había quebrantado y las lágrimas corrieron por mi rostro
hasta tocar el suelo.
Sentí la mano cálida de Katy
deslizarse sobre mis mejillas, ella era la única persona que sabía cómo aliviar un corazón roto, sus
frágiles dedos comenzaron a limpiar las lágrimas y en un gesto de amor puro
realizo su seña acostumbrada para hablar.
-No estés triste, hiciste lo
que pudiste, todo lo posible para que esos niños y yo pudiéramos vivir-.
-No sé qué pensar - suspiré
mientras la veía fijamente - se acabaron los recursos, no hay equipo médico, ni
siquiera pude hallar un cubre bocas para los más enfermos. Las cosas se han
complicado mucho y ya no sé qué hacer…creo que es el fin-.
-¿El fin? Solo es el fin si
lo deseas, ¿Recuerdas?-.
Levanto sus manos, puso una
sobre la otra ambas boca abajo una señal que pareciese extraña pero que para
nosotros tenía mucho significado. Verla fue algo impactante, por un momento mi
mente viajó al pasado a los días del campo donde nuestros padres nos llevaban
cada verano, nos contaban historias y una de ellas en particular era mi
favorita.
La historia de un joven
aventurero que protegió a un pueblo de la tiranía de un imperio desalmado, un
noble, distante y extraño como si fuese de otro mundo pero con el poder de
cambiarlo todo, desafiante y puro había purgado al mundo de lo que estaba mal
aún cuando eso significase entregar su vida en el proceso por gente a la que ni
siquiera conocía, su poder real era la moral de una vida en la que solo exista
lo que es correcto y ese poder fue el impulsor principal de su meta cumplida y
su devoción hacia sus semejantes.
Una historia increíble sin
dudas, aquel joven sin nombre había sido mi héroe desde hace mucho tiempo y
siempre quise darle un nombre que fuera con su personalidad, a la fecha sigo sin
poder encontrar uno digno, pero él lo significaba todo en mi corazón.
-Sí, lo recuerdo-.
Esa seña era un gesto
descrito en la historia, un gesto que el joven repetía con los pueblerinos a
los que protegía, un gesto de esperanza y de bondad que enardecía los cielos y
brindaba paz a todo aquel que la necesitase.
Katy se daba cuenta de algo
que yo ignoraba, esa sonrisa suya lo volvía a hacer.
Cuando fue a dormir y la vi
recostarse en su catre me di cuenta que el polvo no cubría más la puerta de
entrada como si el viento se lo hubiese llevado a otra parte lejos de nosotros,
en eso un pequeño niño camino hacía mi de entre la oscuridad que gobernaba el
lugar, lucía algo extraño. Apenas su rostro se vio pude notar que del lado
derecho estaba escrita una letra, “A”.
-¿No puedes dormir?-
preguntó -.
-Quería ver las estrellas-.
El aspecto de ese niño me
hizo llenarme de un sentimiento amargo, verlo con su ropa sucia y rota, su
mirada incomprensible, sus pequeños ojos desventurados me hizo sentir terrible.
A juzgar por su apariencia aquel niño no debía tener más de ocho años, una edad
en la que poco puedes hacer para afrontar
el mundo.
-Son hermosas-.
-Lo son, muy hermosas,
siempre creí que algún día podría acercarme a ellas, lo suficiente como para
tocarlas-.
-Cuentan historias-miró al
cielo con profundidad, como si las conociera más allá de lo que el ser humano
sabe de ellas - las veo ahora y me dicen que todo estará bien, que pronto todo
esto terminará y que tú y Katy ya no deberán preocuparse más-.
-¿Cómo sabes eso?-pregunté
confuso-.
-Es fácil darse cuenta
cuando una persona necesita algo de esperanza, han cargado dolor, tú y tu
hermana, lo han soportado y aceptado como si fuese parte de ustedes, han
cuidado de nosotros a pesar de lo mal que esta todo, cruzando esos muros no hay
nada solo muerte, pero no todo es malo-.
Sus palabras generaron un
sin número de preguntas y una más difícil que la anterior, ese niño escondía
algo en sus palabras ¿Pero qué era?
-Esa letra en tu rostro,
¿Qué significa?
-Es la letra de mi nombre-.
-¿Y cuál es?
-No lo sé, me gustaría
saberlo algún día, tengo pintada esa letra en mi rostro desde que puedo
recordar, desde que mis padres murieron.
-Lo lamento-.
-Está bien, por ahora creo
que me gustaría llamarme “Abraham”-.
-¿Abraham? Creo que es un
buen nombre-.
El pequeño tomó mi mano con
la seguridad que solo alguien con real esperanza podría tener, en ese momento
sentí como si fuera mi propia hermana la que estuviese a mi lado haciendo que
la noche fuera algo maravilloso, Abraham definitivamente estaba ahí por algo y
yo quería saber que era.
-Abraham ¿Crees que todo
esto acabe? ¿Crees que algún día nosotros, los niños, todos podamos volver a
ver la vida de otra manera?
-Todo es posible Diego, si
lo crees todo se resuelve como si fuera un sueño, mira allá-señaló hacia los
muros-no se ve a primera vista pero sé que hay un mejor lugar cruzando los
escombros ese lugar nos espera Diego-.
Se levantó y regresó al
refugio con la calma de un joven que no conoce más que lo que ha visto.
-¿Cómo sabes mi nombre?-
-Tu hermana me lo dijo-.
Un silencio incómodo se
apoderó del momento, ¿Cómo era posible que el supiera mi nombre si Katy no
habla? ¿Acaso sabe hablar lenguaje de señas? Traté de imaginar cómo sería ese
lugar con el que Abraham sueña e inequívocamente él cree que existe, eso me
brindó una tranquilidad que no había podido tener hace tiempo pero, como un
remolino de viento, las preguntas seguían.
¿Por qué los adultos creen
que tienen el control? ¿Por qué arruinan todo lo que tocan?
Odiaba hacerme esas
preguntas. En los dos años que han pasado no ha habido un solo día en el que no
cuestione cosas como esa y nunca he podido encontrar las respuestas. Maldecía a
los adultos por lo que nos habían hecho y entonces comprendí que cada lágrima
derramada era un grito asfixiante de desesperación por lo que los adultos
habían hecho con el mundo. Los adultos tenían la culpa, de eso no había duda,
pero ¿Por qué?
Esto me hace sentir, desvanecido.
La mañana acaricio mi rostro
con una suavidad de fábula, un calor luminoso se podía sentir recorriendo mi
cuerpo, mis ojos entreabiertos observaban con dificultad un resplandor
olvidado, ¿Era el sol?
La luz fugaz de aquel astro
impedía ver las afueras del refugio lo que me obligó a salir velozmente para
averiguar lo que sucedía, no pude evitar hacer ruido y tan pronto como salí
comenzaron a salir todos los niños que estaban en el refugio, Katy y Abraham
incluidos, todos miramos estupefactos lo que nuestros ojos contemplaban.
Incrédulos recorrimos los alrededores y lo que veíamos era de locos, las calles
lucían pintorescas, los árboles y flores habían recuperado sus hojas, los ríos
habían vuelto a fluir, el aire olía limpio y ni una mancha de mugre se hallaba
en el pavimento.
¿El sueño había cambiado su
giro?
Katy se acerco a mí
admirando el paisaje, sujeto mi mano con firmeza mientras los demás niños
recorrían todo con esmero.
-¿Ves lo mismo que yo,
Diego?
No pude responder de
inmediato, me había quedado sin palabras y mi garganta estaba seca, la duda de
si lo que veíamos era real era muy fuerte pero entre más veía menos me
importaba y fue entonces que una sonrisa inmensa me dominó por completo.
-Sí, lo veo-.
Olvide casi por completo los
problemas que nos aquejaban y junto a los demás Katy y yo corrimos hacia el
atardecer a disfrutar lo que el mundo era antes, con su pasto verde y la
alegría del corazón que guiaba nuestras piernas por doquier con la seguridad de
que volveríamos a construir lo que se había destruido. A lo lejos, minutos
después de correr y brincar mis ojos captaron un paraje distinto al resto, una
paraje que pareciese haber sido pintado en lienzo por un artista que conoce
bien el significado de la palabra hermoso, allí justo a un lado del río, bajo
un árbol cuya copa podía alcanzar el cielo se hallaba el más majestuoso
banquete que mi imaginación pudiese crear.
Servido como Dios lo hubiese
descrito, la última cena estaba justo frente a nosotros como una especie de
milagro divino incomprensible que muchos en otra época hubieran pedido hasta la
muerte. Los niños se aproximaron apenas grite y vi ese brillo en sus ojos como
siempre lo había deseado y sus sonrisas, ya de por sí increíbles, llenaron ese
hueco tortuoso en mi interior.
Sin pausa ni vacilación los
niños se acercaron a la mesa y comenzaron a degustar el banquete saciando su
apetito.
Katy y yo nos unimos al
festín. Poco tiempo pasó y como una ráfaga, recordé a Abraham aquel niño con el
que hablé la noche anterior y que con visión profética había considerado la
posibilidad de un mundo tal cual estábamos viviendo.
Ni cortó ni perezoso
pregunté a Katy su ausencia ya que a donde quiese que mirase no podía
encontrarlo.
-Katy, ¿Dónde está
Abraham?-.
-¿Quién es Abraham?-.
-El niño, hablé con él ayer,
sabía tu nombre él mismo me lo dijo-.
-Estamos todos los niños que
debemos estar Diego-.
No podía creer lo que Katy
me decía, no podía ser verdad, estaba seguro que yo conversé con él, no pudo
haber sido un sueño, pero ¿Y si lo fuera? ¿Qué fue de él?
La noche llegó pronto,
estábamos llenos, no hubo tiempo ni fuerzas para volver al refugio que
seguramente al igual que todo había cambiado. No sabíamos si lo que paso fue
real o no, ya no nos importaba ni preocupaba. Observábamos las estrellas
recostados en el pasto mientras yo pensaba en Abraham, ese niño había causado
una gran angustia en mí ya que lo que ahora ocurre fue producto de sus
palabras, de su frívola imaginación inocente y un corazón bondadoso justo como
el de…él.
-¿Qué te ocurre hermano?-.
-Nada, solo pensaba-.
-¿En qué pensabas?-.
No respondí de inmediato la
idea que tenía en la cabeza no era concreta y puede interpretarse de distintas
maneras pero no importase cual elija todas eran brillantes.
-Creo que al fin encontré el
nombre digno para mi héroe-.
-¿Enserio? Y ¿Cuál es?-.
-Abraham, se llamará
Abraham-.
-Es un gran nombre- se froto
el pecho como era su costumbre-te dije que estaríamos bien-.
Complete el corazón,
confiando en lo que eso significaba y con los ojos cerrados sentí un frío
recorriendo mi cuerpo y asentí.
-Sí, así es-.
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