En la oscuridad de un mundo arruinado, existen secretos bastante escabrosos que nublan el juicio de una mente perturbada. En su momento más bajo, un joven, que aún no era un adulto reflexionaba sobre las trivialidades de la vida reposando en un viejo sillón de su recámara.
Café en mano, unos cuantos cigarrillos, hojas de papel y una pluma sobre el escritorio, dedico su tarde a escribir sus pensamientos más profundos mientras escuchaba a Mozart. Mientras plasmaba su prosa, recordaba un poco de su infancia, aquellos felices momentos en los que soñaba con el futuro y lo que sería su vida una vez llegará a la madurez. Sentado en ese sofá, vislumbraba una vida tranquila, plena , sin dificultades, el típico individuo que aunque no sigue una rutina, si sea una persona de principios, sin presiones. Conforme fue creciendo, se dio cuenta que las cosas no son lo que parecen, el mundo es un caos, un sistema complejo que devora a los humanos, una cadena subsecuente de posibilidades a la baja, una caída en picada de un precipicio inamovible. Las cosas que ha visto, cambiaron por completo su perspectiva y su situación emocional se vio afecta por un largo tiempo.
Durante la infancia todo es sumamente amigable, bonito, fácil, es una etapa que tarde o temprano, llegando a la adultez, deseas con fervor recuperar y nuestro joven amigo justo atravesaba ese momento.
La vida es un libro abierto cuya historia nunca está realmente escrita, al menos no en la forma que queremos. Cada uno forma su propia historia y está funge como motor de lo que queremos lograr en ella, con sus altibajos, con sus alzas. Nuestro joven amigo toma su último cigarrillo de la caja aspira hondo y al exhalar, en esa bola de humo tóxico vio reflejada su vida pasada, un montón de recuerdos, de sueños que no ha perdido y que se han convertido ahora en un impulso para desafiar al sistema de un mundo en decadencia y que se aventura seguirá así por siempre, pero, pero...los cambios ocurren en uno mismo, no es un secreto, una sola persona puede hacer la diferencia.
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